Don Benito es un hombre alto, grande y
gordinflón. Cuando se echa a dormir
dobla hasta las cuatro patas de la cama y
cuando se queda dormido son tan fuertes
sus ronquidos que lo escuchan todos sus
vecinos. Es por eso, que es un hombre
tímido, solitario y solterón.
Ocurrió que una mañana de un fin de
semana el señor Benito se levantó
temprano con un hambre atroz. De la
mesilla de noche sacó una caja de
pasteles, los miró, y de un solo bocado
dos bollos enteros se zampó. Acto
seguido se levantó de un salto y al cuarto
de baño que marchó. Don Benito es
coqueto y resultón. Saca la espuma y la
navaja y se afeita toda la cara. Cuando ya
no le queda ni un solo pelo, abre el grifo
de la ducha para darse un baño mientras
canta a toda voz.
Aseado, escoge su mejor traje. En el
cuello de la camisa se pone una corbata,
en la solapa de su chaqueta una flor, En su
cabeza no podía faltar un sombrero y para
rematar se perfuma y se acicala. Así, guapo y fresquito ya está listo para dar su paseíto.