Un buen día llegó a la puerta de mi mamá
un perro delgado y asustado. Lo traía mi
vecina Lorena acurrucado, la cual se lo
había encontrado: solo, abandonado y
desorientado. Lorena en un acto de
valentía no dudó en recoger al pequeño
perrito de la carretera para ponerlo a
salvo. – ¡¡¡Yo te ayudaré!!! Dice que le dijo
al cachorrito. Lo montó en su auto y lo
puso a salvo.
Mi mamá al escuchar el relato se indignó.
– ¿Pero quién puede dejar abandonado en
una carretera a un pequeño angelito?
Pobrecito, por lo que pasó este inocente
perrito. – ¿Te has asustado verdad,
cariñito? Le decía mi mamá al animalito
mientras le hacía pucheritos. – ¿Y qué vas
a hacer con él, Lorena? ¿Te lo vas a
quedar? Lorena se encogió de hombros –
No lo sé Lola, ya sabes que tengo más
animales en casa, tú sin embargo no
tienes ninguno, ¿tal vez te gustaría
adoptarlo? Expresó mi vecina con una
sonrisa tensa como diciendo por favor.