Lydia como todas las noches se pone su
pijama, como es invierno es mullido y
calentito. Sobre todo le encanta que
tenga muchos dibujos, y es que cuando
está tumbada en la cama le gusta mirar a
esos personajes y pensar que historias se
esconden detrás… ¿Acaso están pintados
al azar? creo que no. Se cepilla los dientes
con mucha dedicación sin dejar de
tatarear una vieja canción que va de un
tiburón. Limpia y aseada no le queda más
que meterse en la cama… y es que
después de contar cuantos muñecos tenía
en la manga poco a poco se le cerraron
los ojos y sin darse cuenta… se despertó.
El sol se interna lentamente en el
habitáculo templando sus mejillas. Aún
con los ojos cerrados repara en la
fragancia del aire, este porta el aroma de
las flores. Las palmas de sus manos tocan
un mullido manto, aquel ambiente de
16encanto y de descanso le sonsaca una
sonrisa, tanto, que enérgica quiso dar un
salto, para cuando abrió los ojos se paró…
sorprendida descubre que durmió encima de una flor.