El viento el cual siempre está presente es
el primero que la advierte, la admira con
curiosidad, y se deja consumir por el aire
que ella respira adentrándose por todas las
aberturas de su alma, escudriñando hasta
sus más profundos sentimientos. Éste, la
mira con ternura, le acaricia el rostro con
suma dulzura apartando su pelo. Se le
acerca al oído y le dice que no tenga
miedo.