Quien la ve por primera vez la confunde
con el fuego, cuando en realidad es el
agua. Quizás por su apariencia podría
parecer un mar en calma, pero cuando me
adentré en el fondo de su alma gravité
atraído por su fuerza. Cuando me levanté,
vi que el cielo era rojo, que la tierra estaba
quebrada, convulsionada… pero lejos de
sentir que era un espanto, entendí que me
mostraba los frutos del daño y del engaño.
…De tanto estar con ella, el yermo desierto
dio paso a los pastos y a los ríos, y poco a
poco vi que el cielo rojo no era más que un
atardecer tardío…