Levantar la vista con la mirada puesta en el cielo y ver los pájaros volar, y el alma se me llena de júbilo de libertad. Te agarro de la mano sin mirar, y me inundo de esperanza, y sin mucho razonar le estoy pidiendo a Dios que obre un milagro, y bendecido por su gracia nuestros pies se alzan y comenzamos a flotar. Inundados por la sorpresa solo sé que con fuerza te cierro la mano y comenzamos a volar. Raudos, nos ponemos de acuerdo, partimos hacía las estrellas a admirar su brillo, su intensidad, me gusta como la luz se refleja en tus cabellos, tú te asombras ante tal majestuosidad, ríes, gritas de hilaridad. Tiras de mi mano y me llevas a la luna, sobrevolamos sus cráteres y desiertos y asustado como si hubieses hecho algo mal, te veo posar tus pies descalzos sobre el polvo lunar. El creador nos sonríe y nos dice. ¡Volad, llenad de risas los confines del espacio!. Y animados, bailamos entre los anillos de saturno hasta no poder más. Toca la hora de regresar. Ya más calmados nos sentamos en el Ártico para admirar las auroras boreales las cuales se reflejan en el mar. Abrazados llegamos hasta casa pero antes de aterrizar, planeamos junto a las aves juguetonas, nos invitas a jugar al escondite y entre las nubes te perdemos… para yo despertar.
El sonido de las olas vuelve a hacerse latente, noto la humedad del aire recorriendo mi cara, agacho la mirada y miro al suelo y te echo de menos. No sé donde estás. Sigo encerrado en soledad y sin saber muy bien porque, me alejo de las personas que sé que no se mantendrán en mi vida. Sé, que si un día me conoces ante estas cosas te enfadarás.
Llevo años esperándote y a veces me cuestiono si existirás de verdad… De momento te sueño despierto y obro en mi mente milagros. Comparto mi vida contigo, aún en orfandad.